martes, 13 de noviembre de 2007

El Cadaver Podrido del Anarquismo

Por Alejandro González

En la edición de Octubre del presente año de la revista “Rolling Stone” se publicó un reportaje dedicado a los grupos anarquistas de Chile y más específicamente a los de la capital, si, los que más dejan la caga’. El artículo que se extiende por más de dos páginas se tituló: “Anarquismo Chileno: La verdadera oposición”, en donde se entrevista a los voceros del CRA o Corriente Revolución Anarquista, que siendo uno de los movimientos más célebres de esta ideología dentro del marco de las manifestaciones populares por sus peculiares vestimentas, lienzos y banderas de color negro, se dan el lujo de pasar por alto uno de los postulados esenciales del anarquismo, que es alejarse y evitar los medios de comunicación masivos accediendo a dar declaraciones a la susodicha revista, dejando en claro que este grupo de anarquistas de ser consecuentes… muy poco saben.

En la hoja siguiente, como broche de oro, se incluye una entrevista a Jorge Lizama, el diecinueveañero que se hizo famoso por apedrear y rayar el auto de la Ministra Gloria Ana Chevesich en medio de las movilizaciones por la conmemoración del 11 de Septiembre del 2006, en donde, evidentemente se intenta pintar como símbolo de esta corriente acrática al difamado adolescente. En resumen, un homenaje y defensa poco justificada a lo que es un movimiento en escencia rescatable, pero que como toda ideología al momento de llevarla a la praxis, resulta ser sólo un reflejo tergiversado de lo que es su naturaleza en el papel.

Como bien sabemos, la doctrina del anarquismo se define como el rechazo absoluto a toda forma jerárquica en la sociedad, siendo su principal enemigo el estado, el mercado, el gobierno y todo lo que este relacionado con aquello, de esta manera, sus implicancias serán el autosustento y el excluirse de la máquina capitalista-liberal que controla el sistema. Además, y tal como se describe la CRA (Corriente Revolución Anarquista) en el artículo de RS, su única forma de no quedarse en sólo palabras críticas para demostrar su repudio al sistema es la destrucción de lo que éste ha construido. A partir de este razonamiento se autojustifican los actos de vandalismo que suelen perpetrar, como el apedrear cada McDonalds que encuentren a su paso o saquear el primer banco que tengan frente a sus ojos.

Sin duda, el cometer esta clase de acciones no resulta ser muy agradable para la plebe en general: le molesta, lo rechaza y lo destruye a través de los medios, pero al fin y al cabo, y siguiendo con esta somera definición, por mucho que se les intente desprestigiar, quien incurre en el destruir un paradero o saquear una cadena de comida rápida, le da exactamente lo mismo y no le importa la opinión de la gente que si vive a costa del sistema que ellos rechazan tajantemente, y si esa opinión les importa un carajo, lo que diga la prensa o los medios de comunicación se lo pasan por donde más les quepa, sin embargo, a partir de esto último, llama tremendamente la atención que un colectivo libertario tan reputado como la CRA haya accedido a dar declaraciones a una revista como Rolling Stones, siendo que naturalmente, según lo medular de la teoría anarquista, deberían tener un total repudio hacia la prensa, por lo cual, deberían también mantener cierta distancia respecto a ésta dada su intrínseca complicidad y relación con el mundo globalizado capitalista del que tanto se aqueja y se lamenta un verdadero libertario.

No obstante, por muy consecuente que se muestre esta corriente mediante sus actos de contra-información, ultraviolencia y destrucción, según la tónica que se ha dado en estas últimas décadas, el resultado es siempre el mismo: paraderos rotos, una cuantas micros apedreadas, murallas rayadas, semáforos en el suelo, vidrios destrozados y unos cuantos saqueos a tiendas minoristas, que en vez de generarle problemas al gobierno, lo único que provocan son pérdidas a gente ordinaria y humilde que poco y nada tiene que ver con su objetivo que es el atentar contra el sistema.

Como se señala anteriormente, para la Corriente Revolución Anarquista, el quedarse sólo en palabras no es más que un acto mediocre cuando bien se podrían llevar acciones concretas al respecto, y para intentar hacer cumplir esta premisa, usan la violencia y los destrozos como su máxima maquinaria de reformación, sin embargo, se han ensañado tanto en destruir e instaurar una vorágine generalizada en el inconsciente colectivo, que el fin mismo del anarquismo se diluye en un mar de inconsecuencias que lo hacen progresivamente menos creíble a medida que pasa el tiempo.

Dados estos efectos, la prueba empírica de que el generar una presión al sistema a través del caos en la vía pública es tan o más mediocre que sólo criticar, es el ejemplo que nos impone la Comunidad Ecológica Espiritual de Pirque, muy cuestionada por acontecimientos indecorosos para la colectividad, pero que sin embargo, por mucho que la prensa y la gente critique su forma de llevar la vida, para ellos es la manera de demostrar de que no dependen de los cánones sociales establecidos y que tampoco requieren caer en la bajeza de ejercer la violencia y el exabrupto para expresar su enajenamiento, sino que simplemente se aíslan de una sociedad a la que se resignan de formar parte, siendo ellos los verdaderos anarquistas opositores y no un grupo de pubertos imberbes, encapuchados y cobardes como nos ha querido mostrar erróneamente la revista “Rolling Stone”, dándole el crédito de “verdadera oposición” a ellos, siendo que un grupo de seudo-hippies que viven un predio de Pirque están siendo mucho más consecuentes y sensatos con sus ideales que cualquier otra agrupación que se hace llamar anarquista.

Lamentablemente el anarquismo, al menos aquí en Chile, se ha rebajado a un nivel tan burdo y absurdo que ya ni siquiera posee la consistencia de una ideología digna de respetar, es más, incluso ya es una moda de la que jóvenes afanados con distorsionados ideales revolucionarios sacan provecho, colgándose ellos mismos (y condicionados también por los medios de comunicación) el cartel de “anarquistas”, involucionando de una filosofía sería y condensada a una simple tribu urbana más de las tantas existentes en nuestro país, siendo el anarquismo un cadáver podrido, y lo que hoy vemos pasa a ser una mera copia barata y mediocre de una doctrina que se deshace en el mismo momento en que el sistema se instaura.