sábado, 1 de diciembre de 2007

El Koala

Por Pedro Delso

Caminaba medio ebrio por Providencia... "Diego de Almagro" decía la señaletica de la calle antes de doblar en la esquina. Estaba llena de árboles, todos se movían producto del alcohol que fluía en mis venas y la mayoría estaban borrosos como si alguien les hubiera pasado el dedo por encima.

Llegué a un kiosco y mire un diario que titulaba “Senadores sandunguearon el koala en el congreso”. Me quedé estático pero molesto, pensando. Sin pisar las rayas caminé hasta el paradero para alzar el dedo, pero el micrero se hizo el indiferente y no me abrió la puerta, me sentí estupido pero estaba demasiado ebrio para verme afectado. La gente me quedó mirando, otra le dio como tos.

Mi autoestima estaba bajando y esos senadores seguían dando vueltas en mi cabeza, yo estaba en la calle botado, ebrio y para colmo... ¡el gobierno baila mejor que yo! Me enojó tanto esa idea que se me empezó a quitar lo ebrio y me estaba enojando en serio. Irme en contra de esos excelentes bailarines sería mi propósito y nada podía detenerme.

- Nada más de transantiago... -. Pensé, - ...desde hoy el motor de mi vida serán mis pies, así no tendría que sacar de mi bolsillo el sueldo de esos patanes -. Así que llegue a la esquina y doblé a la izquierda. Los árboles de esa calle también estaban borrosos y otro montón de gente estaba esperando micro. Por un momento pensé en detenerme y decirles que no se subieran, pero me dio lata, quizás en algún momento esta gente se iba a dar cuenta que caminar es mejor, así como lo había hecho hoy.

Caminé hasta la otra esquina y pensé en tomar unas clases de baile mientras volteaba la cabeza y veía a toda esa gente en el paradero. Alguien también les había pasado el dedo a los árboles de esta calle y todo seguía perfectamente equivocado.