sábado, 26 de enero de 2008

Mañana Ridicula

Por Pedro Delso

Era una mañana ridícula, como todas mis mañanas. Recién despierto con los pies descalzos, medio hueón y chocando con todo lo que hubiera a mi paso (o sea, todo). El agua hervía mientras los últimos dos panes se calentaban al tostador.

Un amigo decía que en la vida había que aprender a no hacer las estupideces muy seguidas, es decir, si uno va a hacer una estupidez, es mejor ir separándolas por un periódo mas o menos largo de tiempo.

Uno puede ir acumulando tiempo para hacer algo realmente grande. Una vez pase tres semanas sin hacer nada estupido y al poco tiempo después me diagnosticaron diabetes.

Sonó el teléfono y eras tú. Me senté de un salto en el sillón. Hablamos algunas tonteras y de lo poco que nos queríamos:

- Tengo que hablar contigo, ¿juntémonos mas rato? (me dijo ella).

- Ya estamos hablando, podemos hacerlo por teléfono.

- No me gusta hablar así, es muy impersonal.

- Entonces llámame al celular (le dije con ironía).

- No seas tonto.

- No creo que pueda, tengo prueba mañana (mentí).

- Pero igual no vas a estudiar (dijo ella).

- Pero
por último tengo la opción de hacerlo .

- Si no quieres verme, dímelo no más.

- "Melo no más"...

- Andate a la chucha.

- Eso es lo que quiero...

Colgó el teléfono y yo me pare del sillón... Llegue a la cocina pensativo, me di cuenta de que estaba mas solo que antes y que mi pan tostado estaba quemado.

A veces suelo hacer este tipo de estupideces pese a que no quiero, pero siempre tengo que cubrir mi cuota de estupidez ¿O si no, quién chucha lo hace?