domingo, 20 de enero de 2008

Buenos pal Luche

Por Catalina Mendoza

Todos los días, por la mañana... le recoge la caca al perro y toma una ducha. Si las viejas no lavan tanto a esa hora, la ducha será un poco más agradable. Se perfuma, talconea, se encrema y se estuca, se peina y encrespa sus pestañitas de chancho. Desayuna lo mismo de siempre, pan con mermelada y mantequilla, un tazón de leche con chocolate y el cigarro mañanero en el patio. Toma la bicicleta y va a comprar porotos, se encuentra con la carepapa que siempre tiene la copucha y le cuenta hueás que a ella ni le importan porque siempre anda apurada, la carepapa le dice que vaya a su casa a tomar mate con leche. Siempre le dice lo mismo pero ella nunca se detiene a pensar si ese día del mate con leche llegará algún día... al fin y al cabo ni le importa, no le gusta el mate y tampoco tiene tiempo para escuchar a la mujercita más metiche y depilada de lengua del vecindario.

Sabe que algún día terminarán odiándola por aislarse tanto de la comunidad, pero nunca se olvida en las navidades de la tarjetita y el año nuevo con el abrazo... eso nunca falla, siempre te van a querer si los saludas y te haces íntima en esas festividades tan inventadas. Posteriormente pasa al boliche de la Chochi y compra una cajetilla de la más barata, si la cosa es fumar y nada más... qué importa si es huano prensado con alquitrán... el daño es el mismo y el placer igual. No, hoy no será día de comer porotos porque anda con la juana y los porotos le hinchan un kilo su vientre huesudo. La carepapa siempre le dice que se tome una agüita de toronjil con matico, manzanilla, boldo, menta y que haga una oración por el agüita de hierba y se irá el dolor. Ella prefiere sentarse en la cama a ver películas arrendadas y comer chocolate de cobertura. Es un buen remedio. Vuelve a la casa y prende una olla con medio litro de agua, que hierve... la sal, el aceite y los tallarines. Cambia las flores del jarrón y cada dos minutos tira un tallarín contra la pared para ver si se pega.

Prende la tele, ve las noticias, se enoja con la gente, le pega al control que se le acabó la pila y después vuelve a tirar otro tallarín que al fin, se pega. La bandeja con galletas de agua, los tallarines, un vaso de piri cola y una jalea, de nuevo a la tele... la novela, no le gusta, la apaga. Come en silencio y pensando... pensando, quizás, que los tallarines están pulentos pero les falta mayo. Después se ríe sola por las huebadas en las que piensa. Prende la radio y no la pesca, prefiere llamar a la carepapa y preguntarle si puede tomar mate con ella, pero sin leche. La carepapa no está, salió con una prima a un cumpleaños. De puras viejas... piensa, de puras viejas que toman el té con sacarina pero se mandan el patache de pan con chancho.

Ella siente que es tan raro estar así de sola, en un barrio lleno de fósiles y pendejos buenos pal luche... pero le gusta, le gusta sentarse a leer el diario sin comprenderlo al propio, le aterra darse cuenta que allá afuera... lejos de ese barrio de mierda hay otras cosas además de tallarines y los porotos